Agosto es un mes largo, invernal, frío, gris, y el más
nostalgioso del año. Agostos eran los de antes, dirán unos. Ya vendrán agostos
mejores, dirán otros. Como los agostos de antes no hay, dirán los que salen a bailar
más que en las fiestas tradicionales, unidos por ese lazo intransferible que siempre
existió entre la radio y la música.
Aquel joven en
uniforme liceal que tenía su programa, “Old hits” en la 44, jamás pensó ser un
broadcaster, ni que su FM Océano sea hoy la de mayor audiencia, y con
aspiraciones a ser multimedio. Ni que aquella fiesta para festejar el primer
año de su programa culminara siendo un evento declarado de interés nacional. Lecueder
gestó “La noche de la nostalgia” hace tres décadas y media. Una noche donde la
gente da rienda suelta a sus recuerdos a través de temas musicales
difundidos por radio y luego bailados en una pista.
Un fenómeno de
gran repercusión social nacido en un estudio radial como hay pocos en la
historia de la radiotelefonía. Solo puede ser comparado cuando famosos artistas
internacionales, músicos, actores y humoristas convocaban multitudes para verlos en
teatros y quedaba gente afuera, a
comienzos del Siglo20. O cuando venían estrellas de cine y músicos internacionales y desbordaban las grandes fonoplateas con
oyentes ávidos de verlos en vivo.
Esa simbiosis entre los músicos conocidos a través de la
radio por discos ya sea de acetato, carretes de cinta, long plays, vinilos,
casetes, CDs o MP3, según pasaron las décadas, promocionados por sellos
discográficos, por programadores o conductores, cuyas canciones se convirtieron
en éxitos. El estreno del último disco de Los Beatles llegaba a paralizar el
país antes que se pusiera a la venta en las disquerías. Hasta que llegó un
joven vestido de traje blanco, bailando en una pista de luces multicolores, bajo
la bola de espejos, llamado Travolta, anterior a ser redescubierto por
Tarantino, hizo explotar la fiebre de los sábados a la noche para salir a
bailar a clubes animados por Djs, quienes a su vez hacían la previa pasando los
temas de la era Disco en las radios de AM y en las primeras FMs. La radio pasó de ser difusora de música (de
variados estilos) a pasar los hits que sonarían en las pistas de baile.
¿Cuál es hoy la relación entre la radio y la música? Las
FMs ya no tienen formatos musicales específicos. Pasan de todo como en
botica. Para colmo los locutores no siempre dicen el nombre de la canción
o de los músicos que ponen al aire, almacenados en el disco duro de una
computadora como si fuera una gran rocola.
Al igual que los separadores, cortinas de programas y
algunos temas que pasan en AM, casi un 100% son todos oldies. En inglés o castellano. Algunos clásicos de artistas uruguayos, sobre todo de folklore, canto popular y tangos. Ni que hablar cuando hay
que llenar horas los fines de semana. Así como hay programas especializados:
“Música para recordar”, “Aquellos años”, “Las 7 noches de Zum-Zum”, “Días de
gloria”, entre otros, sin mencionar los boleros en vinilo de la Fénix. Suenan
desde Los Iracundos, Bee Gees, la porteñada, ABBA, “Rivers of Babilon”, Needles
and pins”, “Last train to London” y temas de Los Beatles pero de la época
yeah-yeah. Lo mismo sucede con varias radios on line especializadas en la era Disco y hits de la década de los 80. ¿Entonces cuál es la diferencia con los 24
de agosto? Ninguna. La radio pasa oldies todos los días del año.
Ninguna emisora salvo programas específicos para melómanos
(muy pocos, por cierto) difunden nuevos tracks de artistas conocidos, o para
deleite de oídos atentos, presentan nuevos músicos desconocidos por
estos arrabales del mundo.
La noche del 24 es “festejar”
la nostalgia en búsqueda de aquel hombre de traje blanco, bajo la bola de
espejos, con la banda sonora de los Bee Gees, y revivir sus pasitos, o los
temas lentos sepultados por la música electrónica. Es la única oportunidad que
tienen los mayores de 45 años de encontrar un lugar para bailar sin estar
rodeados de púberes moviendo el esqueleto al ritmo de regetones y cumbias
villeras.
La nostalgia es el sufrimiento
de pensar en algo que se ha tenido o vivido en una etapa y que se perdió en
el tiempo. Algo así como tratar de hacer rewind con “dolor” por aquellos
momentos que vivieron los uruguayos en su adolescencia y descorchar viejas
canciones. Una especie de gran ritual de la “depresión” por
aquellos años que nunca más volverán.
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